“La mayoría de los adolescentes son exploradores y buscadores, anhelan sentirse más conectados y encontrar un significado a sus vidas, por lo que su potencial de crecimiento y cambio es enorme”.Steven c. Hayes

La adolescencia, un concepto difícil de definir

Definir la adolescencia con precisión es problemático por varias razones. Retomando el artículo de UNICEF, La adolescencia una época de oportunidades (2011), se sabe que de la madurez física, emocional y cognitiva, entre otros factores, depende la manera en que cada individuo experimenta este período de la vida.

La adolescencia según la OMS se define como el periodo de crecimiento y desarrollo humano que se produce después de la niñez y antes de la edad adulta.

Se comprende a la adolescencia como un período de transición y, por motivos de análisis, muchas veces puede segmentarse en tres etapas: adolescencia temprana (de 10 a 13 años de edad), mediana (14-16), y tardía (17-19).

Se trata de una de las etapas de transición más importantes en la vida del ser humano, que se caracteriza por un ritmo acelerado de crecimiento y de cambios. Esta fase de crecimiento y desarrollo viene condicionada por diversos procesos biológicos.

Retomando uno de los informes del Child Mind Institute sobre Salud Mental en la Adolescencia, Children’s Mental Health (2017), se menciona que en este periodo de desarrollo evolutivo es importante tener en cuenta tres premisas fundamentales:

“El cerebro adolescente se desarrolla, al menos, hasta los 25 años “

“La mayoría de los trastornos de salud mental se manifiestan antes de los 24 años”

“Promover la comprensión de la salud mental de los adolescentes mediante programas psicoeducativos y anti-estigma puede cambiar vidas”.

La adolescencia es una historia de fortalezas y desafíos, pero que pasa cuando presentan conductas disruptivas,  ¿Qué nos tenemos que plantear?

¿Qué hacer con adolescentes que presentan conductas disruptivas?

Según el reciente libro Herramientas en psicoterapia con niños y adolescentes (Mandil, 2019) para llevar a cabo un tratamiento cognitivo conductual para adolescentes es necesario tener en cuenta los siguientes componentes:

Entrevistas iniciales con los consultantes jóvenes. Desarrollo de la motivación y la    participación activa en el tratamiento.

Contemplación.

–          Psicoeducación a padres y otros adultos significativos.

–          Competencias para el abordaje de la impulsividad, la regulación emocional y la auto-organización.

–          Evaluación y abordaje de las creencias de los consultantes y sus padres.

–          Resolución cooperativa de problemas.

–          Contratos comportamentales

–          Desarrollo de competencias para la comunicación familiar.

Lo que frecuentemente encontramos en la clínica con los jóvenes consultantes es que son enviados por sus padres o escuela.

Entonces es importante establecer como meta de las primeras entrevistas, la perspectiva del adolescente y fomentar la alianza terapéutica. A su vez la motivación es fundamental para la participación activa.

Es esencial apuntar al dialogo reflexivo en los conflictos relacionales asociados y sus consecuencias prácticas y emocionales para el adolescente.

Algunos de los principios generales de la Entrevista Motivacional a tener en cuenta son: el desarrollo de la discrepancia a partir de generar preguntas abiertas, la transmisión de la resonancia empática, la evitación de la confrontación directa y la elusión de la resistencia ante posibles situaciones de desacuerdo (Miller y Rollnick, 1991)

La Terapia Cognitiva Conductual sostiene que existen elementos interrelacionados que deben tenerse en cuenta en la conceptualización de las dificultades psicológicas humanas. Estos elementos incluyen el contexto interpersonal y la fisiología, las emociones, la conducta y la cognición del individuo (Beck, 1985).

La familia y el contexto representan un apoyo fundamental

Los adolescentes dependen de su familia, su escuela, sus entornos, para adquirir toda una serie de competencias importantes que pueden ayudarles a hacer frente a las presiones que experimentan y hacer una transición satisfactoria de la infancia a la edad adulta. Los padres y escuelas pueden promover el desarrollo y la adaptación de los adolescentes y no tener miedo de consultar con un terapeuta cuando vean cambios llamativos en el comportamiento.

Conclusiones

Incluir a la familia en el tratamiento y sustentar la creación de alianzas terapéuticas con el adolescente es primordial. Esa creación de alianzas tendrá como premisa conectar a los miembros de la familia en diversos planos ya sea en el conductual (aumentar la capacidad de hacer cosas juntos, disminuir conductas problema) y en el plano emocional, cooperando en el desarrollo psicológico y social del adolescente.

La adolescencia no es solamente una etapa de vulnerabilidad; también es una época llena de oportunidades.