Si bien el sentirse un tanto ansioso y nervioso en situaciones novedosas, desconocidas o que implican una evaluación a nivel social suele ser común en muchas personas, el Trastorno de Ansiedad Social (TAS), también llamado Fobia Social, presenta ciertas características que hacen a su diagnóstico. Presenta un curso crónico y progresivamente incapacitante si no es tratado y su edad de comienzo a menudo es en el rango de los 13 a los 24 años.

El miedo a la evaluación negativa es un factor clave para entender al TAS: los individuos con Fobia Social tienen estándares de ejecución social muy altos y sienten temor a verse humillados o avergonzados de sí mismos actuando o apareciendo como poco inteligentes, raros o visiblemente ansiosos. La evaluación negativa por quienes sufren este trastorno no equivale a una leve impresión negativa causada sobre los demás, sino a una experiencia extrema de humillación o vergüenza que tiene como consecuencias la crítica, rechazo y hasta la pérdida de estatus.

Otro punto clave al evaluar este cuadro clínico es la activación ansiosa que se produce en la exposición a las situaciones sociales temidas: surgen síntomas fisiológicos comunes al resto de los trastornos de ansiedad ante la experiencia o incluso su anticipación a nivel mental. Es así que las personas con este diagnóstico pueden sentir latidos del corazón fuertes y acelerados, temblores y sensaciones de ahogo ante situaciones interpersonales y de actuación pública , como hablar por teléfono con un desconocido, acudir a una fiesta, hablar con figuras de autoridad, presentarse a sí mismo o tener una entrevista de trabajo. Estas situaciones sociales se evitan o resisten con miedo o ansiedad intensa y es un padecimiento que, al momento del diagnóstico, ya presenta al menos seis o más meses de duración.

Hay otros síntomas que pueden darse en el TAS y no tanto en los otros trastornos de ansiedad, son el rubor, los sudores y movimientos espasmódicos: son síntomas que por ser observables para los demás, a la persona con Fobia Social tenerlos le retroalimenta la ansiedad por la evaluación negativa que se imaginan que generan. Evitar estos síntomas físicos los pueden llevar a realizar ciertas conductas de seguridad a modo de estrategias de disimulo: por ejemplo, vestirse con un suéter holgado para que no se vea el sudor o maquillaje que oculte el rubor, los cuales pueden exacerbar los síntomas físicos e impedir que se desmienta la evaluación negativa que temen. De hecho, se produce un procesamiento de la información particular:

  • Procesamiento anticipatorio, antes de que ocurra el evento: sobreestimación del peligro y de las consecuencias, imaginería anticipatoria, posibles sesgos de la memoria sobre eventos sociales pasados. Puede variar desde minutos hasta días o semanas.
  • Procesamiento “online” al momento del suceso, con sesgos atencionales en los cuales se prioriza la información interna de los síntomas físicos de la ansiedad y las señales verbales y no verbales que puedan indicar evaluación negativa, y se ignoran o minimizan las señales sociales de aprobación. Se activan creencias con sesgos interpretativos ( por ejemplo: «soy aburrido”, “soy diferente” , “no le gusto a las personas”).
  • Procesamiento post evento o “post Mortem” en las que se reevalúa la propia actuación y a menudo se genera un pensamiento rumiativo que da las bases para, en la próxima situación social, presentarse esta situación social como recuerdo en el cual se actuó de un modo no adecuado.

A diferencia de la timidez, que es un rasgo de personalidad normal, con curso más transitorio, menor deterioro de la vida cotidiana y posibilidad de participar en las interacciones sociales cuando es necesario, la fobia social es más crónica y severa y porta ansiedad notable e incluso angustia. Los individuos que la padecen tienen también una propensión a mostrar una ejecución social pobre, debido a su elevada ansiedad y conductas que de ella se derivan: evitación de la mirada, tono de voz inestable, manos temblorosas , comportarse de manera menos amigable. No obstante, los individuos con Fobia Social no siempre muestran una conducta social maladaptativa y en comparación a la valoración que tendría un observador externo, van a valorar sus ejecuciones de forma más negativa