Las emociones son reacciones psicofisiológicas que representan modos de adaptación del individuo cuando percibe un objeto, persona, lugar, suceso o recuerdo importante. Psicológicamente, las emociones alteran la atención, hacen subir de rango ciertas conductas guía de respuestas del individuo y activan redes asociativas relevantes en la memoria.

Conductualmente, las emociones sirven para establecer nuestra posición con respecto a nuestro entorno, y nos impulsan hacia ciertas personas, objetos, acciones, ideas y nos alejan de otros. Poseen ciertas características invariables y otras que muestran cierta variación entre individuos, grupos y culturas.

Desde la terapia cognitiva se afirma que nuestras emociones no surgen de los hechos sino de cómo los interpretamos.

Las siguientes emociones están relacionadas con distintas interpretaciones que podemos tener.

Alegría: es una emoción que está relacionada con la realización de logros. Esta emoción nos genera reacciones físicas de expansión y ganas de compartir nuestros logros con otras personas.

Tristeza: está relacionada con la interpretación de pérdida de algo o alguien que consideramos valioso. También con la idea de que no somos merecedores de afecto, y por lo tanto esto nos lleva a la pérdida de los vínculos que valoramos. Esta emoción nos genera una sensación de pérdida de energía, ya que al enfocarnos en lo que perdimos, no nos enfocamos en los logros que deseamos obtener, y desciende nuestra motivación.

Enojo: aparece cuando interpretamos que algo o alguien nos está obstaculizando. El enojo aumenta cuando pensamos que quien nos obstaculiza lo hace a propósito, sin importarle nuestro perjuicio. Está emoción nos orienta a resolver aquello que nos obstaculiza.  Podemos buscar maneras pacíficas de resolver los obstáculos.

Miedo: esta emoción surge cuando interpretamos que algo puede llegar a dañarnos; ante la interpretación de peligro. Genera reacciones tendientes a evitar aquello que interpretamos como peligroso. Muchas veces, luego de informarnos más sobre lo que tememos, llegamos a la conclusión de que no es peligroso, o que estamos seguros, y nuestro miedo desciende.

Conocer sobre qué pueden estar informándote tus emociones, puede servirte para orientarte mejor en la resolución de la situación que estés vivenciando.

Por ejemplo si sentís enojo, podés ver qué es lo que te está obstaculizando y buscar una manera de resolverlo.

Si sentís tristeza, podés darte cuenta de aquello que valorás, y a partir de ahora buscar cuidarlo más u orientar tus acciones para tener más cerca aquello que valorás.

Si sentís miedo podés informarte más acerca de eso que interpretás como peligroso, y/o buscar formas de estar más seguro/a ante aquello que puede dañarte.